Por Raúl Garcés Corra En un discurso memorable en el año 2005, Fidel Castro advirtió que uno de los errores que cometimos como país socialista fue pensar que alguien sabía, a ciencia cierta, cómo se construía el socialismo, que alguien tenía una fórmula, que podíamos convertir la experiencia soviética en una serie de leyes y […]
Hoy sabemos —y lo sabemos muy bien— que el socialismo no es una fórmula mágica ni una poción que pueda construirse con un grupo de ingredientes predeterminados. El socialismo es el resultado de una práctica social diversa que ha generado múltiples experiencias, modelos, formas de organización política, maneras de conquistar el poder. El socialismo ¿real? —del que ya casi nadie se acuerda—, ¿el modelo chino? ¿el ecuatoriano? ¿el venezolano? No ha habido socialismo resultado de una «evolución natural» del desarrollo de las fuerzas productivas. Toda práctica socialista se ha tenido que forjar en medio de la confrontación para desplazar a la burguesía del poder, en medio de una profunda lucha de clases, en medio de batallas simbólicas violentas entre el nuevo orden y el precedente.
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